viernes, 16 de marzo de 2012

Fontys University: ¡Estudia, pinta y colorea!


¡Estoy que me salgo! Dos días seguidos contando historias es mucha tela para mí… La razón es que ayer tan sólo tuve tiempo para hablaros de mi casa. Claro, tuve la brillante idea de invitar a merendar a tres chicas coreanas, que decidieron no levantarse de la silla hasta que la bandeja de la tarta que les preparé estuviera completamente limpia. ¡Qué agradecidas son!

Lo cierto es que como cualquier estudiante Erasmus, la asistencia diaria a la universidad es completamente obligatoria. No sé si os lo he comentado antes, pero Fontys (mi facultad) se encuentra “all right” a 5 minutos en bicicleta o 15 andando.

Dado mi alto grado de impaciencia, a la semanita de estar aquí me compré una bici. No me importaba ni el precio, ni el color, ni que el pedal estuviera loco o cuerdo, ni que llegará o no a los pedales. ¡Yo quería una bici!
Y efectivamente al principio, si me sentaba, los pies se me quedaban completamente colgando, pero parece que he crecido o engordado ¡Porque ya llego! No sé si será por selección natural o la mismísima ley de la gravedad (he fondado la bici).

Volviendo al tema académico, el programa de estudios que estoy cursando aquí consta de las siguientes asignaturas: por un lado tenemos, Marketing e International Business & Finance; y por otro, English y European Art & Culture.
Mientras que en las dos primeras materias no doy abasto entre el diccionario, las diapositivas, la conversación de la profesora y la calculadora; en las dos últimas nos dedicamos a hacer concursos de sándwiches, grabarnos haciendo la compra en un súper o visitar museos interactivos en varias ciudades, diseñados para niños de 8 años.


Y no eres totalmente consciente de este preocupante contraste hasta que tienes una conversación con un compañero de tu clase de Finanzas: (Traducción al español)
- Kûpsiywë (Pepe en España): “Buenas, ¿Quedamos esta tarde en la biblioteca para hacer los ejercicios del         tema de Cash-flow?
- Yo: “ ¡Oh, lo siento! Es que esta tarde tengo que grabarme haciendo un sándwich… estoy súper agobiada, quizás para la semana que viene.
- Pepe: “Españoles…”

Porque eso sí, aquí en Holanda, los españoles somos muy fáciles de identificar. Tan sólo tienes que seguir el ruido y te conducirá a una de sus manadas. Y digo manada porque da la sensación que somos la nacionalidad con el sentido de integración grupal más desarrollado del mundo…

Pero no todo van a ser quejas. En la clase de Art & Culture hemos aprendido a utilizar el Windows Live Movie Maker, un programa que se puede utilizar para crear videos a base de fotos, música y demás. ¡Muy cuqui! La tarea consistía en recopilar fotos de un lugar que te hiciera sentir cosas bonitas, que te trajera buenos recuerdos y al cual te gustaría volver. Como el sentimiento de patriotismo se ve considerablemente exaltado cuando sales de tu país (fenómeno que no acabo de comprender, pero ocurre), “Huelva” fue mi temática.



Algunas fotos de las maravillosas vistas desde el Conquero, otras tantas de la Ría y cómo no una buena banda sonora como la de BraveHeart , me llevaron a conseguir el primer puesto del concurso, recompensado con una película/documental llamado “Winter in Holland” (Invierno en Holanda). Tengo que reconocer que no la he visto, pero me temo que sé de qué va… Nieve, nubes, narices frías y pies helados.

Aunque sin ir más lejos, ayer mismo salió el sol por primera vez en mes y medio. Allí estábamos en la puerta de la universidad todos los españoles como caracoles, con la esperanza de dar algo de color a nuestra tez amarillenta, con planteamientos del tipo: “Con lo blancos que estamos, ¿no brillaremos como los vampiros de la Saga Crepúsculo si nos da la luz?”. Parece una tontería, pero yo llegué a dudarlo…

Claro que siempre están tus maravillosos amigos que se encargan de hacerte saber que la temperatura en Huelva es maravillosa, que el sábado pasado fueron a la playa y que el fin de semana que viene organizarán una barbacoa. ¡Qué haría yo sin ellos!

Debo reconocer que ya se va echando algo de menos tu verdadero hogar. Empiezan a aparecer sentimientos contrapuestos cargados de ganas de volver y nostalgia de pensar que esto acabará algún día… Pero lo cierto es que ¡aún queda más de la mitad del tiempo y más del doble de lo vivido!

jueves, 15 de marzo de 2012

A nadie debe extrañar, ¡que en marzo empiece a tronar!


¿Os acordáis de mí? Vergüenza me debería dar… No tengo perdón, pero por si acaso yo os lo pido, si es que aún queda alguien dispuesto a entrar en mi blog esperando noticias mías.

Corrigiendo la entrada anterior, ya si puedo decir que me he quemado las manos cocinando… ¡Gajes del oficio! Aunque no es ni mucho menos la causa/motivo por el que hace tanto que no escribo.
En este primer mes de mi estancia en el extranjero se puede decir que he hecho de todo, menos aburrirme y escribir en el blog (válgame la redundancia)…

Pero para no poneros los dientes largos o seguir sacando de quicio a mis familiares más allegados (si tú, mamá), dejaremos a un lado POR HOY el tema de las fiestas. Además tendría que hacer un gran esfuerzo mental para recordarlas… ¡Lo digo por el tiempo que hace que no voy a una, mal pensados!

En esta ocasión, os contaré un poquito acerca de mi casa. Hablando de la forma más clara posible, esto es lo que comúnmente se conoce como “el coño de la Bernarda”. Partiendo de la base de que disponemos de 9 habitaciones que están habitadas, añadimos que cada uno de estos habitantes dispone de una vida social de lo más plena. Por lo que si cada uno de los que estamos aquí invitamos a un amigo (como mínimo) tendríamos: 9x2= 18 “personas”, si se les puede llamar así a muchos de ellos…

Saber a quién te vas a encontrar cada mañana con los ojos legañosos sentado en la mesa de la cocina, es una incógnita; localizar un plato hondo para tomar una sopa, es toda una aventura; y llevar el control de cuánto dura un rollo de papel, una auténtica locura.

Sin ir más lejos, hace un par de semanas, estando yo cenando, disfrutando de la tranquilidad de estar acompañada de tan solo 6 personas más, apareció por la puerta de la cocina un individuo que afirmaba firmemente que vivía en mi casa. Yo no estaba de acuerdo con él, ya que no lo había visto nunca entrar ni salir de la misma… ¡y con razón! Resulta que tiene la cómoda costumbre de entrar y salir por la ventana de su habitación, le coge más cerca al chico… Por si acaso se rompiera una pierna saltando, se ha traído a un amigo con él, para que esté al tanto. Claro que este último no es inquilino arrendatario, sino invitado permanente.

Además, no fuéramos a ser pocos en la vivienda, hemos adoptado un gatito y en su momento, un ratón. Con respecto al último ocupante parece que había personas no muy de acuerdo con su presencia, es decir, hemos tenido una baja.


Por parte del gatito, podemos decir que tiene buen comer. Suponiendo que sea él el que se come la comida que le ponemos, ya que no distingue ni hace feos a huesos, espinas y demás desperdicios difíciles de digerir.


En general, la casa podemos calificarla de “entretenida”, que puede ser una forma sutil de nombrar a este desastre de hogar y al completo de gente de lo más variopinta.