¡Estoy que
me salgo! Dos días seguidos contando historias es mucha tela para mí… La razón
es que ayer tan sólo tuve tiempo para hablaros de mi casa. Claro, tuve la
brillante idea de invitar a merendar a tres chicas coreanas, que decidieron no
levantarse de la silla hasta que la bandeja de la tarta que les preparé
estuviera completamente limpia. ¡Qué agradecidas son!
Lo cierto
es que como cualquier estudiante Erasmus, la asistencia diaria a la universidad
es completamente obligatoria. No sé si os lo he comentado antes, pero Fontys
(mi facultad) se encuentra “all right” a 5 minutos en bicicleta o 15 andando.
Dado mi
alto grado de impaciencia, a la semanita de estar aquí me compré una bici. No me
importaba ni el precio, ni el color, ni que el pedal estuviera loco o cuerdo,
ni que llegará o no a los pedales. ¡Yo quería una bici!
Y efectivamente
al principio, si me sentaba, los pies se me quedaban completamente colgando,
pero parece que he crecido o engordado ¡Porque ya llego! No sé si será por selección
natural o la mismísima ley de la gravedad (he fondado la bici).
Volviendo
al tema académico, el programa de estudios que estoy cursando aquí consta de
las siguientes asignaturas: por un lado tenemos, Marketing e International Business
& Finance; y por otro, English y European Art & Culture.
Mientras
que en las dos primeras materias no doy abasto entre el diccionario, las
diapositivas, la conversación de la profesora y la calculadora; en las dos
últimas nos dedicamos a hacer concursos de sándwiches, grabarnos haciendo la
compra en un súper o visitar museos interactivos en varias ciudades, diseñados
para niños de 8 años.
Y no
eres totalmente consciente de este preocupante contraste hasta que tienes una
conversación con un compañero de tu clase de Finanzas: (Traducción al español)
- Kûpsiywë (Pepe en España): “Buenas, ¿Quedamos esta tarde en la
biblioteca para hacer los ejercicios del tema de Cash-flow?
- Yo: “ ¡Oh, lo siento! Es que esta tarde tengo que grabarme haciendo un
sándwich… estoy súper agobiada, quizás para la semana que viene.
- Pepe: “Españoles…”
Porque eso
sí, aquí en Holanda, los españoles somos muy fáciles de identificar. Tan sólo
tienes que seguir el ruido y te conducirá a una de sus manadas. Y digo manada
porque da la sensación que somos la nacionalidad con el sentido de integración grupal
más desarrollado del mundo…
Pero no
todo van a ser quejas. En la clase de Art & Culture hemos aprendido a
utilizar el Windows Live Movie Maker, un programa que se puede utilizar para
crear videos a base de fotos, música y demás. ¡Muy cuqui! La tarea consistía en
recopilar fotos de un lugar que te hiciera sentir cosas bonitas, que te trajera
buenos recuerdos y al cual te gustaría volver. Como el sentimiento de
patriotismo se ve considerablemente exaltado cuando sales de tu país (fenómeno
que no acabo de comprender, pero ocurre), “Huelva” fue mi temática.
Algunas fotos
de las maravillosas vistas desde el Conquero, otras tantas de la Ría y cómo no
una buena banda sonora como la de BraveHeart , me llevaron a conseguir el
primer puesto del concurso, recompensado con una película/documental llamado “Winter
in Holland” (Invierno en Holanda). Tengo que reconocer que no la he visto, pero
me temo que sé de qué va… Nieve, nubes, narices frías y pies helados.
Aunque sin
ir más lejos, ayer mismo salió el sol por primera vez en mes y medio. Allí estábamos
en la puerta de la universidad todos los españoles como caracoles, con la
esperanza de dar algo de color a nuestra tez amarillenta, con planteamientos
del tipo: “Con lo blancos que estamos, ¿no brillaremos como los vampiros de la
Saga Crepúsculo si nos da la luz?”. Parece una tontería, pero yo llegué a
dudarlo…
Claro que
siempre están tus maravillosos amigos que se encargan de hacerte saber que la
temperatura en Huelva es maravillosa, que el sábado pasado fueron a la playa y
que el fin de semana que viene organizarán una barbacoa. ¡Qué haría yo sin
ellos!
Debo reconocer
que ya se va echando algo de menos tu verdadero hogar. Empiezan a aparecer
sentimientos contrapuestos cargados de ganas de volver y nostalgia de pensar
que esto acabará algún día… Pero lo cierto es que ¡aún queda más de la mitad
del tiempo y más del doble de lo vivido!